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Castellano -- FERNANDO ALVES -- RECETAS DE VIDA – BENTO DA CRUZ

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RECETAS DE VIDA – BENTO DA CRUZ

Fernando Alves: Bento da Cruz nació hace 87 años en Peirezes, una aldea del Planalto de Barrosão, en el Concejo de Montalegre. Estudió en Singeverga con los monjes Benedictinos, pero después de un año de noviciado abandonó la Orden y se fue a Coimbra a estudiar medicina.

Montó su consultorio en Souselas. En el año 1956 regresó a Barroso donde practicó Clínica General y Gastroenterología. Desde el inicio de los años 70 vive en Porto, donde también ejerce la medicina, pero el país lo conoce sobre todo como romancista. Bento Da cruz celebró este año medio siglo de vida literaria. En la ceremonia de homenaje en Montalegre, el autor de novelas como la reciente “Fárria”, que evoca la vida de las mujeres de la Borralha, “Filhas de Loth”, o “O Lobo Guerrilheiro”, que le hizo merecedor de un premio literario  del “Diário de Notícias” en el año 91, del libro de divulgación histórica sobre los guerrilleros antifranquistas en Trás-Os-Montes, Bento Da Cruz reafirmó las bases, los extremos de lo que llama la senda de su ficción.

Bento Da Cruz dice: - “Es una altiplanicie o meseta fundada en cuatro sierras principales y sus respectivos estribos: Larouca al Norte, Alturas al Este, Cabreira en el Sur e Gerês en el Oeste”. Hace días y por acaso encontré  en el Auto-revistas de Campo Grande en Lisboa, su primera novela, “Planalto em Chamas”, editada hace 50 años por la editora Arcádia. El libro fue leído y recomendado para publicación por Fernando Namora, que también es médico y escritor y en esa época era también consejero editorial de la Arcádia. Bento Da Cruz cuenta que el plano inicial era el de un libro de cuentos, de cuatro cuentos, pero alguien lo aconsejó a transformar los cuatro cuentos en una novela; 50 años después el autor cree que lo echó todo a perder.

Bento Da Cruz: Creo que debería haber quedado como estaba, que eran cuatro cuentos: uno sobre becerras, otro sobre caballos, otro sobre la perrita y el otro sobre mi prima.

Fernando Alves: Carolina!

Bento da Cruz: Carolina…y después hice esta novela, la escribí y quedó con el título de “Planalto do Urso Feio”. Yo lo llamo “Gostofrio”. No es que exista alguna aldea con ese nombre, yo lo que pretendía era que ese fuese una especie de prototipo, un nombre que sirviese para cualquier aldea de Barroso.

Fernando Alves: incluyendo a su Peirezes.

Bento Da Cruz: Incluyendo la mía, claro. La mía está allá. Fango en la mayor parte.

Fernando Alves: El buey está allá, en el primer párrafo de la novela. “El buey del pueblo descendió del fango rebuznando y limpió la calle de animales y muchachos. Pasaban calle abajo, calle arriba vacas de mirada dulce e paso lento, rebaños envueltos en la música de los cascabeles, bellas formas de mujer escondidas y deformes por los trajes mal hechos, hombres de expresión cerrada tragándose sus problemas, niños corriendo y gritando”.

Fernando Alves: Este fango de que habla es otra forma de decir cieno?

Bento Da Cruz: Hay dos tipos de cieno, porque uno era del pasto y el otro era del heno. El buey tenía que tenerla para el invierno  ya que la orilla, (lo que normalmente decimos “curte”) la orilla del buey quedaba casi al final de la población, el buey bajaba y ensuciaba la calle y claro, exigía ciertos cuidados y sobre todo infundía respeto.

Fernando Alves: Y ese buey del pueblo muchas veces tiene que pelear con el buey del pueblo de la aldea vecina.

Bento Da Cruz: Eso aquí se llama “chega”. Pero ahora lo estropearon todo. Hacen “chegas” todos los días, todos los domingos, para los emigrantes que pagan bien. Pero claro que aquello no aguanta una temporada. Los bueyes ya se conocen los unos a los otros.

Fernando Alves: Los bueyes ya se conocen?

Bento Da Cruz: Los bueyes son siempre los mismos. Pues…si no es con uno, es con otro. Claro, pero es que ellos no entienden o no saben que un buey que le huye a uno, siempre huye al otro. Excepto si…lo que puede ser…un vencedor que envejezca mucho y ellos naturalmente ven eso los unos en los otros. Por lo demás un buey que huye, siempre le huye al otro, ya sea una o diez veces.

Fernando Alves: Bento Da Cruz expande su memoria a los lugares de su infancia y explica que cada aldea tenía dos bueyes, el viejo y el nuevo; dice que los bueyes eran entrenados para las “chegas” y que el buey pequeño aprendía con el viejo mientras jugaban. En esta conversación tal como en la novela, Bento Da Cruz casi estandariza los animales del Barroso. En “Planalto em Chamas” el caballo Pegaso se enamora.

Bento Da Cruz: Claro que hay animales e incluso aves que se enamoran. Hay esa aproximación, hay mujeres, hay aves…como yo…que son monógamas. Entre los animales domésticos, no es así…pero como no había esa educación sexual que ahora dicen, de la que hablan, los niños no veían nada. Que es lo que veían en los animales? El sexo, naturalmente.

Los niños aprendían el sexo con los animales. Y el sexo del caballo era mucho más potente, por ejemplo, podríamos llamarlo incluso…más violento que el de los bueyes o el de los perros etc.. Ese Pegaso que era el caballo de las ferias de un tío con quien nosotros…literalmente, solo mi padre podía arrear ese caballo, de modo que nosotros vivíamos con los tíos aunque en casas separadas.  Y mi tío quería obligar el caballo a la castidad. Claro que el caballo no estaba para eso y hacia cualquier tipo de diabluras, incluso a veces se volvía violento.

Fernando Alves: Cuando veía una yegua se pasaba.

Bento Da Cruz: Si…él estaba allá en un cenagal que nosotros llamamos “lameira”, pues cenagal eran aquellas tierras más cerca de la casa. Mi tío tenía un pozo de riega donde siempre había hierba fresca. Mi tío quería hacer un viaje y se fue allá en la mañana  a pacer el caballo antes de aparejarlo. El caballo vio una yegua en el cenagal. Estaba presa con un “calabre”, que es aquella cuerda más fuerte con la que se atan los carros y él se fue hacia la yegua, pero llegó…el “calabre” estiró…tenía 20m o algo así y él tuvo que parar. Volvió atrás para ganar impulso y aquello dio un tiro, parecía pistola, el “calabre” reventó de un solo tirón.

Fernando Alves: Nada lo detenía.

Bento Da Cruz: Nada lo detenía. Y claro, yo le tenía miedo aunque anduviese mucho con el caballo e incluso cuando él estaba aparejado, se quedaba un poco más tranquilo, pero si estuviese suelto y viese una yegua no había nada que lo detuviese.

Fernando Alves: Bento da Cruz habla de Pegaso, el caballo más fuerte del Concejo de Montalegre. Es el caballo de “Planalto em Chamas”, el caballo del que se acuerda cuando le pasa por la mente la obsesión de huir de la existencia miserable de agricultor.

“No es que mi tierra natal no tuviese encantos para mí, tenía bastante con Pegaso, o con subir en el caballo blanco completo en el cual hacia cabalgatas locas, ir hasta el riachuelo en un abrir y cerrar de ojos, desafiar a los autos en la calle y a los zorros en la planicie, dejando el en recuerdo de mis contemporáneos una leyenda de muchacho diabólico”.
Bento Da Cruz también habla de los caballos de trabajo, de las grupas que no tenían secretos para el niño del Barroso.

Bento Da Cruz: Comencé a cabalgar desde muy niño, desde los 4, 5, 6 años. Después desde los 8, 10. Nosotros teníamos unas líneas en el riachuelo, que es allí en el margen del Tâmega, de modo que siempre andábamos arriba y abajo con los caballos. Un caballo muy difícilmente me echaba al piso, creo incluso que…nunca me caí de un caballo…es decir, caí una vez, porque monté un caballo y mi hermana (que aún vive, es menor que yo 2 años), también quiso ir conmigo; pero al subir al caballo y colocarse detrás de mí se desequilibró, me haló, el caballo iba a subir una roca, y nosotros caímos.

Fernando Alves: Ese caballo era Pegaso.

Bento Da Cruz: Era. Era aquel al que llamaban entero. Era Pegaso, era el que más me impresionaba y aquel con quien corrí más riesgos, porque el caballo se volvía realmente peligroso.

Fernando Alves: En el romance ese caballo, Pegaso, al final termina siendo abatido, pero en la realidad en Peirezes, su caballo, su Pegaso, muere de viejo.

Bento Da Cruz: No. Creo que lo vendieron, porque…después mí tío se compró una moto y vendió el caballo, pero yo ya no vivía allá. Cuando me fui para Singeverga con 15 años, el caballo aún estaba en casa.

Fernando Alves: A los 15 años él entró en Singeverga como Tom. El muchacho de “Planalto em Chamas” había pensado que tenía que irse de ahí. Tom temblando de terror por un Dios que embravecía en la voz de los truenos, había escuchado las palabras del mendigo Jerónimo, “el mundo es todo igual”. El mundo de Tom era el mundo de Bento Da Cruz.

Bento Da Cruz: Yo tenía la sensación de que el deseo de salir de allí no me pasaba solo a mí, pero a todos los que vivían allá. Los agricultores eran muy conscientes de que su nivel de vida era muy inferior, miserable. No era miserable en el aspecto de no tener que comer, en eso ellos hasta eran felices, como ya lo decía Virgilio en las Éclogas, lo que sucedía era que ellos estaban conscientes de que los otros extractos sociales eran superiores a ellos, literalmente, los doctores, los empleados de las Cámaras, de las Finanzas, de las Reparticiones e incluso los policías. Por lo tanto querían…todos ellos anhelaban salir de allá.   Pero muchos no tenían lugar  adonde ir, o no  podían irse porque hacían falta a los padres. Hacían falta para el trabajo.

Fernando Alves: Su familia era una familia de 8 hijos.

Bento Da Cruz: Yo hacía falta incluso porque yo era el mayor de los varones y por lo tanto cuando yo comencé con 12, 13 años, ya trabajaba en el campo y ayudaba a mi padre, que él no tenía a nadie más. Claro que tenía a los empleados, pero un agricultor que anda a trabajar con el ganado en el campo, siempre necesita a alguien con él para cuidar del ganado y los trabajos menos pesados.

Fernando Alves: Bento Da Cruz hacía  esos trabajos del campo sin embarazo, incluso con entusiasmo.

Bento Da Cruz: A mí ya me gustaba parecerme a un hombre, por eso tomaba para mí esos trabajos más duros como por ejemplo, arar, o guadañar el heno.

Fernando Alves: Bento Da Cruz dice no haber pretendido otra cosa que contar lo que vio en un tiempo pasado, olvidado, en las décadas de los 30 y 40.

Bento Da Cruz: Algunos críticos ya dijeron y creo que en el fondo…que…hay un fondo de verdad, que quien quiera saber cómo se vivía en esa época tiene que leer mis libros, porque todo aquello desapareció. Es como mí aldea; la que sigue allá hoy día, ya no tiene nada que ver con la aldea de mi infancia.

Fernando Alves: Ese es el tema de sus libros: lo que fue la vida en esas aldeas de Barroso y de Raia sobre las que permanecen tantas sombras, tantas historias por contar. De lo que sucedía en los dos lados de la frontera y no podía ser contado. Lo que él cuenta en el “Lobo Guerrilheiro”, porque no se podía decir?

Bento Da Cruz: Porque había miedo. Cuando publique el “Lobo Guerrilheiro” habían gallegos con 40 años que nunca habían oído hablar…nunca…nunca habían oído hablar. Individuos cuyos padres habían sido clausurados por Franco; ellos eran simples muchachitos y sus madres nunca les hablaron de eso. Hijos de “paseados” (“paseados” eran aquellas personas que ellos iban a buscar a sus casas los metían en un carro y que a dar un paseo pero nunca más aparecían), por lo tanto los hijos de esos hombres cuyas madres también nunca les hablaron nada; tenían mucho miedo mientras Franco vivió.

Nadie podía hablar de esas cosas y los portugueses también no hablaban. Yo iba al Camedo, yo conocía bien el Camedo desde que era un niño, porque iba allá comprar pimientos, y aquella gente no abría la boca; solo comenzaron a hablar después del 25 de Abril y cuando los convencieron de que no había ningún peligro en hablar de eso, caso contrario nadie les sacaba nada.

Fernando Alves: de este lado también hubo gente que resistió al Franquismo en la clandestinidad, ese es también un estreno que aún no se hizo, es eso?

Bento Da Cruz: Yo ya tenía 11 años cuando la guerra comenzó. Por lo tanto me acuerdo de los refugiados. Vinieron a montones. En mi casa estuvieron dos.

Fernando Alves: En su casa?

Bento Da Cruz: Pero nosotros no sabíamos distinguir si ellos eran políticos o no. Eran simplemente fugitivos. Es decir, Franco los reclutaba y ellos en lugar de ir a la guerra huían para Portugal. Pero también había algunos que huían porque eran republicanos o comunistas. Eso sucedió  en la época de los refugiados.

Después vino la época de los guerrilleros, que fue un poco más tarde. Después de terminada la guerra hubo mucha represión y ellos tuvieron que huir, ellos huían incluso antes, cuando la línea de las Asturias cayó. La república tenía una línea en las Asturias, criada más o menos en 1973, de modo que estas quedaron separadas. La zona franquista ya estaba del otro lado, por eso los que resistían en la Coruña y Sevilla, cuando querían ir para la zona republicana…tenían que atravesar la zona franquista lo que era muy difícil…era realmente una travesía muy dura, para llegar a Portugal.

Fernando Alves: “Desde allí se podía vislumbrar todo Barroso, la meseta de valles desnudos y montañas quemadas, la tierra más abandonada de Portugal donde el hombre pelea en una batalla inútil y humillante con el hambre y los elementos. Yo sabía el nombre de todos aquellos pueblos, desde la forma elegante del Arouca hasta la línea serpenteante de las sierras de las Alturas de Barroso y al recorte azulado de Cabreira y los ríos. Ya había estado en una de esas aldeas distantes y estaba orgulloso de haber ido tan lejos. Qué bueno es ir lejos”.

Fue allí que un día el adolescente Bento Da Cruz decidió ir a estudiar en Singeverga con los Benedictinos.

Fue cuando sintió el miedo de la voz secreta de los truenos?- Él afirma que nunca sintió ese tipo de llamado.
Bento Da Cruz: A mí siempre me gustaron los libros. Por eso cuando surgió la cuestión de ir a estudiar yo acepté inmediatamente…dije que sí?...mi padre fue el que dijo que sí. Yo apenas se lo pedí y fue en un impulso momentáneo.

Sucedió que yo había ido al Camedo a buscar una carga de pimientos y había regresado (aquello era un domingo, yo iba siempre los domingos, porque los días de semana tenía que trabajar), pues cuando regresé ellos estaban en la calle hablando. Las personas se juntaban en la calle ara conversar en la noche, antes o después de la cena, antes de ir a acostarse, en verano porque en invierno era imposible.

Había allí un grupo de personas hablando de unos primos que eran mis vecinos, que se estaban preparando para ir para Singeverga y uno que estaba…(que era empleado domestico) habló de unos primos que ya estaban allá en Singeverga y ese lo que tenía era la instrucción primaria y yo en esa época no entendí (pues si hubiera entendido hubiera ido con ellos, a los 11 años). Mi padre estaba acostado porque era domingo, al final de la tarde (y él estaba esperando la cena, pues nosotros cenábamos tarde alrededor de las 10h) y él trabajaba de sol a sol. Entonces yo fui a despertarlo. Me preguntó lo que quería y yo se lo dije:

Padre, yo quiero estudiar. – Él se quedó mirándome con cara de pasmo y me dijo:
Muchacho eso es…es mucha ambición! Pero y el dinero? Entonces dijo:
Adonde?- En Singeverga.
Y el ajuar? Él dijo:
Está bien, tu padre lo paga.

Fernando Alves: Ud. no tenía ninguna motivación religiosa. A ud. lo que lo llamaba eran los libros?

Bento Da Cruz: Eran los libros y también la fuga…

Fernando Alves: La fuga? De aquel destino…

Bento Da Cruz: De aquel tipo de vida. Mi padre que en esa época tenía cuatro vacas me ofreció una. Claro que me dijo que fuera a la feria a vender la vaca para comprar el ajuar, que ellos exigían y que aun así era bastante…

Fernando Alves: El ajuar era su maleta de ropa? Su ropa?

Bento Da Cruz: Sí. Eran unos pares de interiores, de medias, de camisas, etc….

Fernando Alves: Y allá en Singeverga cuando fue que descubrió que su camino no era exactamente el mismo de los monjes Benedictinos?

Bento Da Cruz: Yo no fui exactamente un monje. Vestí el hábito que es diferente. Nunca recibí la ordenación sacerdotal ni nada de eso. Pero después lo tomé en serio. Y cuando llegué allá era realmente para santificarme, para ir al altar. No bebía, no jugaba ni nada. Hasta que un prefecto, un padre me dijo:

Que haces muchacho? Hombre deja ya de jugar con los demás.

Fue entonces que comencé a hacer una vida como los otros.

Fernando Alves: Él percibió que ud. estaba a…a forzar su voluntad.

Bento Da Cruz: Me estaba volviendo un ermitaño.

Fernando Alves: Ud. nunca enfrentó dilemas interiores graves?

Bento Da Cruz: Los enfrenté cuando me vine. Mientras estuve allá, en aquellos primeros años, estuve muy entretenido. Claro, aquello era duro, yo siempre digo, jugando claro, que fueron 6 años de prisión, sin haber asesinado a nadie. Porque nosotros no teníamos ni vacaciones ni nada.

Fernando Alves: Bento Da Cruz abandono Singeverga e se fue para Coimbra a estudiar Medicina. Después montó su consultorio en Souselas. Cuando regresó al norte dejó el consultorio a un colega hijo del médico Fernando Vale, uno de los Fundadores del Partido Socialista.

Bento Da Cruz: Pero tenía muchos pacientes allá. E incluso hubo personas que lloraron…cuando me fui.

Fernando Alves: Tuvo una relación muy intensa con aquellas personas.

Bento Da Cruz: Cerca de mí había un individuo que tenía un abasto y tenía una costumbre de siempre usar la expresión “tutti cuanti” y por eso lo llamaban “tutti cuanti”. En ese día yo estaba allá con mi colega y él también …él estaba…tenía el abasto…un estabelecimiento. Él estaba en la puerta, me vio y vino a saber que sucedía y yo le dije:


Mire, sr. Fulano de tal…ahora quien se queda aquí es mi amigo. Y él se quedó muy admirado:

Pero el sr. Dr. Se va? – Sí! Y él comenzó a llorar.

Claro, allá era como aquí, me llamaban mucho a la casa. Y la verdad hasta fui a su casa a ver un enfermo. Él me llamó pero vivía allí cerca. Incluso yo un día estaba almorzando y necesité de dinero; fui hasta la aldea y le dije:

Sr. Tal…tengo el carro en el taller y estoy sin dinero…
Entonces dígame, cuánto quiere?
Pero…
Entonces ud. me salvó la vida y yo no iba a prestarle el dinero?! Todo lo que quiera…!!

Fernando Alves: Las cuentas de memoria hechas por un hombre que dice que nunca supo administrar el dinero.

Bento Da Cruz: Ni en esa época ni después.

Fernando Alves: Vivía apenas con lo que ganaba en la clínica?

Bento Da Cruz: Claro, solo con eso. Lo que tenía era que…fajarme a trabajar. Muchas veces tuve que trabajar 12 horas seguidas en el consultorio. Y terminé pobre.

Fernando Alves: ud. nunca escapaba solo cuando lo necesitaba, cierto? En la literatura también no se salió muy bien en ese aspecto, no es cierto?

Bento Da Cruz: En la literatura mucho menos.

Fernando Alves: Ganó menos aún que como médico…

Bento Da Cruz: Bien, con la literatura aun recibí algunos premios que me dieron algún dinero. Me alcanzaron para recuperar la casa que tengo en Peirezes, pero fueron los premios no los derechos de autor, si bien que en el tiempo en que comencé a publicar y siempre tenía editor ellos me daban incluso hasta 100 “contos” cuando era por contrato; 100 “contos” ya era dinero.

Fernando Alves: Ahora tiene su base en Porto. Necesita dar consulta o ya se dejó de eso?

Bento Da Cruz: Desde 2005. Trabajé durante 50 años de modo que dejé el consultorio. Ahora hago medicina aquí, casera y familiar. Si me piden una receta se la doy, de resto no hago nada más.

Fernando Alves: El médico se jubila, el escritor no…

Bento Da Cruz: Quizás también un día…porque estoy consciente de que debo parar, porque puedo comenzar a hacer tonterías y no vale la pena. Claro aún mantengo un periódico, un quincenario desde el 25 de Abril. Ese continua, por lo tanto cada 15 días publico una crónica.

Fernando Alves: El periódico se mantiene circulando casi apenas por circunscripción, con sede en Montalegre de donde al final de todo este tiempo Bento Da Cruz lamenta haber salido.

Bento Da Cruz: Yo nunca debí haber dejado la clínica general ni Barroso. Seguiría pobre como estoy hoy, pero era otra vida. Claro que era una vida difícil, nosotros no teníamos medios de diagnóstico alguno, de forma que nos llamaban a prisa…y teníamos que arreglarnos como podíamos. Después como es sabido si un médico no cura, deja de servir para algo, por lo tanto era una cosa difícil. Y yo tenía que ir muchas veces a caballo o a pie a algunas aldeas.

Me acuerdo de que una vez tenía que ir a una aldea y después el individuo vino a otra aldea a llamarme por teléfono y yo fui inmediatamente de carro hasta esa aldea y él estaba allá y dijo:

Entonces voy a buscar un caballo.
Yo le dije: Adonde va buscar el caballo? A Coimbra?
Coimbra, quedaba arriba en el monte. Llovía muchísimo.
Y como va a buscar el caballo? – voy caminando.
Cuando él decía eso yo le decía:
Entonces si ud. va caminando yo también voy.
Entonces vaya ud. que es más fuerte que yo. En esa época yo tenía alrededor de 30 años.

Fernando Alves: hay un dicho  griego que recomienda: pregunta al paciente, no preguntes al médico. Pues el romancista Bento Da Cruz no llevó las historias de su intensa vida clínica para su otra profesión.
Bento Da Cruz: Podría haber aprovechado pues tenía muchas historias divertidas con cosas de la medicina, pero nunca se dio. Cuando quedé preso allá en esa aldea de mi infancia que también ya no era la misma que encontré como médico, estaba ya en pleno cambio, porque entretanto vino el rayo de la papa que lo echó todo a perder.

Fernando Alves: La papa?

Bento Da Cruz: Sí…durante la guerra y después de ella. Es decir, ellos abandonaron aquella agricultura tradicional agropecuaria y comenzaron a dedicarse a la papa, lo echaron todo a perder.

Fernando Alves: Y las minas de la Borralha es otra mancha en un territorio por lo tanto…es decir, ud. incluso le dedica un romance.

Bento Da Cruz: La mina fue un cementerio. Al principio comenzaron a picar con martillo en seco, pasados 6 meses estaban todos psicóticos. Mató…acabó con toda aquella juventud.

Fernando Alves: Y ahora cuando visita esas aldeas de la meseta de Barroso que sentimientos lo dominan?

Bento Da Cruz: Aquello está en vías de extinción. Dentro de unos 20 años la mayoría de esas aldeas estará desierta.

Fernando Alves: Cuando mueran los otros viejitos la aldea desaparece.

Bento Da Cruz: El terreno está todo en monte. Yo aún recuerdo mi aldea, cuando era niño aquello era una colmena, una romería, ahora no se ve a nadie.

Fernando Alves: Solo en el verano con los emigrantes.

Bento Da Cruz: Incluso en el verano. Al todo mi aldea debe tener 40 residentes, en el verano llegaran al doble…80 personas para una aldea no es nada.

Fernando Alves: Cuantos tenía en su infancia?

Bento Da Cruz: Unos 300, 300 y tantos. Eran todo famílias grandes. Famílias de 10, 12, 13 personas. En la casa de mi abuelo casi siempre eran 15 personas a la mesa casi todos los días.

Fernando Alves: Y ud. se siente bien en la aglomeración de la ciudad?

Bento Da Cruz: La ciudad nunca me atrajo mucho. Yo vivo aquí en Porto hace más de 40 años pero nunca me dio por escribir nada sobre Porto.

Fernando Alves: pero ud. conoce bien el Porto?

Bento Da Cruz: Más o menos. Pero yo siempre me sentí un aldeano aquí. Nunca perdí el acento, hablo como hablaba allá arriba, nunca agarré el acento “tripeiro”

Fernando Alves: Pero eso fue intencional? Ud. se resistió al acento tripeiro o simplemente no dio?

Bento Da Cruz: No. No hice nada para eso. En cierta forma, naturalmente tengo muchos amigos en el Porto. Yo pertenecía a muchas organizaciones donde hice muchos amigos y donde siento que me quieren, de modo que no tengo nada que decir del Porto.

Fernando Alves: Y ud. acompaña los nuevos escritores? Hay algún nombre que le interese en especial?

Bento Da Cruz: Yo leo muy poco. Y después tengo algo que ya me sucedía con la medicina. Cuando aparecía cualquier medicina anunciada en la TV yo nunca más la utilizaba y con los escritores y con todo lo demás es igual. Una cosa muy promocionada en la TV, en la comunicación social, yo ya le pierdo el interés.

Fernando Alves: Y ahora que anda leyendo?

Bento Da Cruz: Yo solo leo Camilo. Cuando quiero leer algo leo a Camilo. Ayer aún tomé las Geórgicas pero me estoy olvidando del latín, ya tengo una cierta dificultad, ya no estoy para ir al diccionario. De modo que ya no saboreo bien el texto. Le quita el sentido pues ya no voy hasta donde iba antes. Que yo tuve un tiempo en que para mí el latín…bien, en la poesía era necesario ir con cuidado pero, por ejemplo con Cícero, yo leía aquello como si fuera portugués, no necesitaba diccionario ni nada…claro 50 años sin leer latín…esas cosas se olvidan.

Fernando Alves: El Camilo nunca pasa de moda para ud.?

Bento Da Cruz: No. Camilo para mi está siempre actualizado.

Fernando Alves: El próximo día 24 de Octubre se cumplen precisamente 150 años, que Teixeira de Vasconcelos, escribió en el “Jornal do Porto” una nota crítica sobre “Corazón, Cabeza y Estómago” de Camilo. Esa nota tenía que ser incluida como prefacio a la 2ª edición de la obra; no obstante, el editor explica que ella contenía censuras que el autor consideró justas. Teixeira de Vasconcelos escribe:

“Me gustó tanto que me fui a buscar otra obra del sr. Camilo y me quedé leyendo hasta las 4h de la mañana. Lo que me dejó como consecuencia una inflamación en los ojos que aún me atormenta, desde el día 18 de Octubre. Ya me decía un portuense conocido mío, que el no leer ni siquiera los letreros en las calles era la mejor noticia que le habían dado, tanto para el alma como para el cuerpo”.

Pero por más que la vista quede inflamada, cuando Bento Da Cruz regresa a Camilo, en su casa cerca del Estádio do Dragão en el Porto, no recomienda esa receta de vida ni vale la pena preguntar la opinión del médico Bento Da Cruz, pues aunque haya desvestido definitivamente la bata y dejado el estetoscopio, él no olvidó el primero aforismo de Hipócrates, que además sirvió para la promoción de esta edición.

“La vida es breve, el aprendizaje largo, la ocasión pasajera, la experiencia peligrosa y la decisión difícil”. Y aunque el  latín ya haya perdido para él, la frescura de los días de Singeverga, yo lo imagino buscando en el primer libro de las Geórgicas las reflexiones de Virgilio sobre el cambio del paisaje en las estaciones. Así, celebrando la llegada del otoño, mientras los pensamientos le huyen meseta adentro, incitando el galopar de Pegaso.

Transcripción y traducción: Lúcia

  



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